Estas nuevas películas que pretenden ser de cachondeo sin serlo del todo se queda a mitad de la esencia de la película burlona y la acidez comprensible. Lo que vemos en la película es un retrato muy particular, con un fondo poco realista, que utiliza al presidente de los Estados Unidos como condicionante para una historia sin gancho que no entra ni sale de la sala, vacía.
Lo único que salvo de la cinta son las conversaciones entre Dafoe y Quaid, pero más allá, con burlas demasiado sencillas que viajan al terreno de la seriedad con la facilidad de un guión sin sentido, no vale para hacernos plantearnos nada. Intento fallido de crítica americana.