Me han repetido varios conocidos que no lea ni escuche ni atienda a absolutamente nada de lo que cuenten de esta película por la sencilla razón de que, en muchas partes, adelantan cierto elemento argumental de la misma que, a ser posible, es mejor no conocer. Por eso me asomo a esta precrítica desde un desconocimiento absoluto, o casi.
Casi porque sé quien la dirige y, qué coño, eso es mucho. Además, uno ya ha visto a Hillary Swank con guantes y eso es otro dato. Pero como decía, que el señor Eastwod esté sentado en la silla de dire es una garantía de calidad y, también, de estilo.
Es Clint, a estas alturas, un más que confirmadísimo realizador de un estilo sobrio, directo y muy cercano a los clásicos. No tenemos que olvidar en qué época comenzó a brillar la estrella de Clint Eastwood como actor, y desde luego, él lo recuerda perfectamente.
Cara a los Óscars (y ante esto debería temblar mi admirado Scorsese), pero también cara a un futuro a medio plazo, tengo la impresión de que el Hollywood actual está intentando crear alrededor de Clint una aureola de autor clásico, no nos asustemos si de aquí a poco empazamos a leer su nombre al lado de otros de enorme peso en la historia del invento (vamos, el cine). Desde luego, Harry el que era sucio nos ha dejado una joya impecable como Sin Perdón, y su fuerza y su temple narrativo están ahí, en otros títulos como Mistyc River.
Observaréis que ilumino solo 4 estrellas de las 5 recientes. Así lo decido en función de un recuerdo reciente. Al igual que esta MILLION DOLLAR BABY, su película anterior, Mistyc River, llegó a nuestro país envuelta en recortes de periódico que la ponían de obra maestra para arriba. Y desde luego, era una película fabulosa, pero me chirriaron algunos pequeños elementos, detalles del guión, un guión excesivamente montado y desmontado, donde a momentos uno tenía la impresión de que ciertos elementos de la trama estaban ahí, actuaban e interactuaban por conveniencia de la trama, sin más razón que esa necesidad mayor. En el ejemplo más claro, ese pederasta que Robbins se cargaba la misma noche en que moría la hija de Penn, no aportaba nada a la trama más allá de que estaba ahí por el mero hecho de que hacía falta ALGO que nos dirigera las sospechas hacia el personaje de Tim Robins. Y, voilà!, qué casualidad, justo pasa por ahí el duque de Feria para meter mano a algún niñito a los ojos del bueno de Tim...
En definitiva, una película poderosa, desasosegante, intimidatoria, con un pulso y una fuerza inmensas... pero con la que me faltó solo eso, un 'ah', un suspiro, para pensar que merecía llegar a las 5 estrellas. Únicamente por ese recuerdo reciente voy a ser cauto esta vez. Pero sin prejuicios (no es lo mismo que precrítica): Si se merece la quinta lucecita, accionaré el interruptor.