Desgraciadamente y debido a ese antagonismo norteamericano comercial que globaliza a menudo el material cinematográfico nos perdemos perlas del séptimo arte que llegan con poquito gas a nuestras salas de cine. La escasa distribución de algunas hacen que tan sólo unas pocas ciudades privilegiadas puedan servir ese plato de tan buen gusto para todos los más fieles al cine europeo independiente, de autor y original. En esta ocasión viajamos a Alemania, un país motor y que en numerosas ocasiones hace de puente entre el cine norteamericano frente al cine francés más clásico. Por eso, hay razones para ser optimistas y hay que fiarse de un país que ha traído títulos tan apetecibles como Goodbye Lenin, La vida de los otros, Los Edukadores, La ola o comedias que arrasaron allí como Un conejo sin orejas. Estas y muchas otras avalan un estado de salud germano en horas altas.
Continuamos con nombres propios: Andres Veiel. Tres documentales en una década (Pasión por actuar, Los supervivientes y Black Box BRD) le conceden un espacio para el respeto y la admiración. Sus trabajos viajan entorno a las generaciones perdidas, el espíritu juvenil, las esperanzas de un futuro mejor, los objetivos no cumplidos, en definitiva, células revolucionarias al muy estilo alemán, ni romántico ni pesimista, práctico. Esa generosa virtud de ser y estar en el instante adecuado es la máxima del cine alemán en estos tiempos.
Y después de varios títulos que os dejo para su visionado toca presentar la película que hace realidad esta precrítica, Si no nosotros, ¿quién?. Un título sugerente y tópico que vaticina y avisa del tipo de film que nos espera. Enamorados de Francia en el cine, esta puede ser la ocasión para alternar y pasear por otro ambiente, disfrutar de lo mismo pero desde una Europa más profunda, menos poética quizás, más real y auténtica, menos utópica pero incomparable en potencia. Atentos quienes disfrutaron con Soñadores de Bernardo Bertolucci pues a pesar de las distancias esta puede ser una ocasión para volver a navegar por esas aguas, un poquito de historia por aquí, hormonas por allá, puesta en escena y acción.
Apostar por Alemania en la única sesión de verdadero cine que pocos se pueden permitir en estos tiempos les va a salir rentable, caballo ganador desde el Rhin.