Amigo no es una película
sorprendente. Poco nos va a descubrir a estas alturas, salvo quizá
algo de la situación durante la ocupación estadounidense en
Filipinas (lo que no es poco, atendiendo al cruce cultural que
existía). Sin embargo, es una película bien realizada y escrita con
bastante sentido común. No es un cine fácil de buenos y malos, sino
que nos muestra a unos personajes variados dentro de unos grupos de
por sí bastante diferenciados.
A pesar de exceder las dos horas, la
película no llega a cansar en ningún momento, como sucede con
alguna otra película del director (sin ir más lejos, Honeydripper).
Camina por esa senda difícil que supone conseguir emoción y
dramatismo sin caer en recursos artificiosos ni jugar con el
espectador. Quizá este gusto por el sentido común, por una historia
fiel y serena, por la ausencia de excesos, la película puede pasar
sin causar demasiada mella en la memoria del espectador.
Todo un acierto, y un riesgo, el
conjunto de idiomas que aparecen en la película y la interactuación
entre las diferentes lenguas sin recurrir a la trampa. Una película
que sin hallazgos ni grandes momentos, resulta cuando menos,
sincera.