Si la primera parte ya estaba algo congelada de ideas, con personajes algo tontorrones y una trama decente pero llevada a menos, no espero mucho de esta secuela secundada por Saldanha, su director especialista en animación, porque salvo el posible arrebato de conciencia social para los niños para el tema del deshielo, otra nueva aventura de los mismos personajes, esceptuando a la especie de ardilla que aligera las secuencias, no va a dar para mucho.
De nuevo mucho paisajismo, peligro de siempre y finales felices de buen sentimiento que no se quedan en las memorias de niños y mayores.