Las películas de fiestas, alcohol, locura juvenil y, en definitiva, desmadre, son todo un género en el cine americano. No hay más que echar un ojo al curioso ciclo que anunció recientemente el festival de San Sebastián, sobre la nueva comedia americana, que incluía títulos como Porky's o la más reciente Resacón en las Vegas. El éxito de todas estas películas pasa por el mismo requisito: ser lo suficientemente gamberras como para impactar a la nueva generación. No se ofrece ingenio, ni contenido, ni ningún otro tipo de valor que podamos buscar habitualmente en una comedia, simplemente, ser gamberra. Creo que Project X cumplirá este único objetivo sobradamente.
Hay que adaptarse a los tiempos, claro. Aunque quizá las fiestas americanas no han cambiado demasiado, por lo que venimos viendo en el cine de las últimas décadas, habrá que incluir nuevos elementos generacionales. Por otra parte, una apuesta formal que conecte con el nuevo público, y nada mejor para ello que tirar de las falsas grabaciones, que además de estar de moda (ya más que aceptadas por el gran público), aportan ese toque descuidado e informal que encaja tan bien con el tono. En la medida en que esta película parezca un falso reality de la MTV habrá conseguido su objetivo.
Pero lo más importante es el más difícil todavía, subir la apuesta, llegar más lejos. Eso es lo difícil, y a juzgar por lo que ha llegado de la película, parece que no se han cortado en pisar el acelerador del desfase. Para quienes quieran pasar un buen rato sin prejuicios, sabiendo que están viendo un producto sin ninguna pretensión, pero que nos puede provocar más de una carcajada con su bestialidad y su disparate. Siempre desde la honestidad de un producto basura.
Señores, empieza el verano.