Después de El creyente, aquel film tan interesante y bueno, porque no decirlo, Henry Bean se atreve con una comedia pura, por mucho que quiera teñirla con un drama un tanto extraño, a base de exagerar, en una propuesta que no con pitorreo pero sí con ligereza se ha hecho con dinero y un par de actores de renombre, Tim Robbins (Atrapa el fuego) y William Hurt (Robin Hood próximamente).
Llega a nuestras pantallas desde el 2006, y su presencia es una anécdota. Si bien estos puestos escasos para películas muy menores o fuera de lo comercial no suelen hacerse cargo de films estadounidenses sin fuerza, en esta ocasión esta película menor trata de amenizarnos con encanto desde su irregular postura metiendo un poco de ruido pero sin firmeza. El que quiera ver a los dos actores haciendo un poco el mono adelante.