Será que los cambios de tiempo no me sientan demasiado bien. Habrá sido un leve destemple quiero pensar. Sin embargo en todo ese proceso me he sentido abrigado por la inmensidad de las tierras nórdicas, el totalitarismo de la nieve y minimalismo interiorista de los hogares más tradicionales que no familiares. Pues de estados civiles acaba uno hasta el gorro. Quiero decir con esto que a pesar de la fórmula del salmón de la exquisitez de estas tierras no dejar de ser otra histérica historia sobre la pareja, la familia, los cimientos, cuernos, hijos y secretos varios. Una fórmula que a pesar de un regusto a salmón, me deja indiferente.
No tengo ánimo alguno de dinamitarla aunque en las seis escasas primeras líneas pudiera alguien haberlo pensado. La austeridad que tan de moda está viene y va en cada uno de los cuatro personajes. Sí, en cursiva, pues no encuentra el espectador ápice alguno de cariño o amistad para con cada uno de estos. En este sentido se agradece esa limpieza de principio a fin aunque la suciedad les salpique continuamente. Por otro lado, ya en mi precrítica me inclinaba en favor del látigo femenino que no feminista y salgo satisfecho, desde luego que sí. Repartiendo cera a diestro y siniestro. Eso sí, con pulcritud, sin salirse de la línea, dentro del cuadrilatero, haciendo uso del mismo oxígeno. Y en cuanto al humor no es exactamente lo que yo pedía. Menos loco y cachondo de lo esperado aunque en su favor entra en escena una sucesiva pasarela de lenguaje no verbal muy divertido, negro a la vez.
Me quedo con su órbita que no es poco.