El panorama del cine español sería desolador si no fuera por un puñado de directores con talento que nos mantienen cierta fe en “nuestro” cine (entre comillas porque cada día lo considero menos nuestro). Es cierto que el cine de Alex de la Iglesia no suele pasar del puro entretenimiento, y que viendo el trailer, el título de la película y a Willy Toledo, uno casi no puede distinguirla de barrabasadas como “Di que sí” o similares. Pero uno sabe que esta es distinta, ¿y por qué? Por una sencilla razón, de la Iglesia tiene más talento que toda la panda de parásitos del cine español juntos. De hecho, en mi opinión, como director es el segundo con más talento de los directores vivos del cine español. Él nos hizo creer que las escenas de acción son también posibles en el cine español, mientras veíamos a Santiago Segura colgado del cartel de Sweeps, consiguiendo además algo poco común en el cine por estos lares: una imagen para el recuerdo visual. Es uno de esos directores que tiene el talento dentro, aunque quizá no tenga muy buen gusto y no haga cine elevado, sino sólo grotesco cine de acción castiza o frikibirguerías.
Lo que yo creo es que uno no se puede perder cada estreno de este director, por poco ferpecto que parezca, porque siempre lleva a su terreno, o a su talento las películas y hay que confiar un poco en él. Respetar que haga lo que le da la gana, a su estilo y con su mal gusto, siempre que nos ofrezca su trabajo bien hecho.
Esta vez no parece una de las grandes, como “La comunidad” o “El día de la bestia”, parece más al estilo de “Muertos de risa” o “800 balas” (por cierto, esta última con brillantes coreografías de acción al viejo estilo western, quizá la razón de hacer la película). Por eso, y para romper mi tradición de cuatro estrellas a “mis directores” voy a dejarlo en 3, con la sana esperanza de que su talento me transporte hasta el 4. Aunque lo que más me gustaría sería que Alex de la Iglesia retomase aquel proyecto de hacer una película de Fu Manchú, eso sí que serían cinco estrellitas.