De nuevo una epopeya del baloncesto americano con sus incansables comentarios sobre esfuerzo y lucha, compañerismo y seriedad, sólo que en esta ocasión con el racismo como telón de fondo.
Don Haskins es un entrenador de baloncesto de los Texas Western Miners que decide reclutar a sus jugadores por sus dotes jugando con el esférico en lugar de por el color de su piel. El revuelo es considerable.
A partir de este momento una cinta previsible, no necesariamente dramática, con parones de emoción controlados y un trote de canastas y caras de chicos jóvenes decididos a seguir a su entrenador. No me apetece.