Crítica de la película High School Musical 3: Fin De Curso por Beiger

Querido lector, escribo ésta líneas para advertirte de la oleada de subproductos americanos y horteras que nos inunda. La nueva estrategia de Disney, más lejos de Mickey Mouse y otros personajes de dibujos, se basa en crear subproductos como Brittany Spears (la dieciseisañera y madre adolescente hermanísima de Britney), los Jonas Brothers (tres pipiolos ultracatólicos con seudopersonalidades de cartón piedra), Hanna Montana (cuyas cifras de ingresos son un buenísimo argumento contra el capitalismo) y High School Musical, que condensa todos los clichés sobre los institutos americanos en una sola película: equipo de basket, capitanes, animadoras, nerds y unas canciones sin ningún valor musical.

Una vez advertido de todo esto, uno ya debe ser libre para decidir. High School Musical no es de lo peor entre todo lo que he citado. Al fin y al cabo se trata de una serie de tópicos e historias facilonas que sólo tratan de resultar un soporte para las canciones. En dosis pequeñas, no creo que haga más daño que cualquier otro subproducto televisivo. Sólo hay que estar atento y controlar que el adolescente de turno no se alimente sólo a base de Brittany, Jonas Brotheres, Hanna Montana, etc... 

Amigo espectador, el que avisa no es traidor. El día que tu hijo/a acabe vistiendo con camisetas color chicle, se oxigene el pelo y luzca bisutería de fantasía te acordarás de ésta precrítica.