Crítica de la película El origen del planeta de los simios por Iñaki Ortiz

Disparates al servicio de un guión estándar


2/5
29/08/2011

Crítica de El origen del planeta de los simios
por Iñaki Ortiz



Carátula de la película Una precuela verdaderamente coherente con El planeta de los Simios debería ser una arriesgada historia que abarcase miles de años, de lenta evolución y con transformaciones sociales casi igual de lentas. Me viene a la memoria uno de los fabulosos cortos de Animatrix, Segundo Renacimiento que cuenta los hechos que darían origen al universo Matrix a modo de relato histórico. Claro que ese modo de proceder no permite formar una estructura clásica, con protagonistas, nudo y desenlace. Parece que los guionistas de The Relic, no han querido renunciar a nada: quieren tener una precuela coherente al detalle con la saga, al tiempo que realizan una sencilla película clásica para todos los públicos. El resultado da lugar a unos trucos de guión descomunales que hace llegar la película del punto A (situación actual) al punto B (escenario previo al cambio) a base de golpes inaceptables.

El principal responsable es el medicamento que todo lo puede. El que genera la inteligencia al instante en los simios (pero no sólo la capacidad, sino que parece que, salvo César, el resto ni siquiera necesita aprendizaje). También parece ser, aunque no lo comenten, que el milagroso medicamento debe reconfigurar la laringe de los simios para que puedan pronunciar palabras comprensibles al nivel de la sonrojante "César está en casa". Pero aún quedan más problemas de guión que solucionar, tranquilos el medicamento es la clave. ¿Por qué no hace más inteligentes a los humanos? Vaya, parece que en estos es de efecto pasajero. ¿Y cómo acabarán un pequeño grupo de simios desnudos -por listos que sean- con una civilización que podría simplemente bombardear con Napalm el bosque? ¡Tranquilos! Tenemos el medicamento. Parece que en su última variedad también es un virus mortal que creará un pandemia brutal. Conseguido, en unos cuantos años hemos llegado con éxito de A a B.

Los recursos fáciles e inaceptables no acaban ahí. César encarcelado, y, oh! en mi manual de como escribir un guión dice que necesita un compañero veterano con quien hablar. Cosa bastante imposible, cuando el resto de los simios no son inteligentes. Le colocaremos a uno que sabe el lenguaje de signos, ¿como justificarlo? Claro, trabajaba en un circo. Con eso ya es el equivalente a Morgan Freeman en Cadena Perpetua. Si alguien sabe el lenguaje de los signos se puede pasar por un circo para charlar sobre Descartes con cualquier orangután en una jaula. Pero quién se fija en los pequeños detalles, todos estarán admirando la calidad de estas animaciones digitales, con esa increíble expresividad.

Es cierto, los simios son impecables, hemos llegado a un nivel técnico apabullante. Pero cuando Spielberg rodó Parque Jurásico también deslumbró al mundo con sus dinosaurios, y no por ello descuidó una buena historia de aventuras y sobre todo, una dirección a la altura. Aquí lo que tenemos es una cámara que se mueve en espiral detrás de César, sin el menor atisbo de talento cinematográfico por parte de Rupert Wyatt.

Para terminar tenemos a un desaprovechado James Franco que fuera de los primeros veinte minutos, podría haber desaparecido de la película, ya que sus vínculos emocionales con César son demasiado pobres, dentro de una historia sin fuerza y con un final templadísimo.



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