Después de la "encerrona" de películas de un nivel dudoso apto para los seguidores aférrimos al Festival de San Sebastián 2011, la mejor cara, tronco y extremidades en cuanto a sensaciones en bruto me la ha dado la película Intocable, cinta fuera de concurso todo hay que decir y que clausura la edición del presente año del Zinemaldia.
Y digo cara, tronco y extremidades porque muy al hilo del argumento del film galo, más vale diez sonrisas a tiempo y mandíbula con agujetas que un dolor de espalda y cambios de postura constantes a falta de buen material cinematográfico. Como ya apuntaba en mi precrítica, Intocable parecía ser la típica película fácil, entretenida y apta para todos que suele clausurar el festival donostiarra. Pues bien, a parte de todo lo dicho anteriormente, el film francés me ha despertado del sillón desde el primer minuto con una sesión de buenas intenciones y más de cien minutos de situaciones simpáticas, agradables, ritmo fluido, chistes, gracietas, sensibilidad, emotividad y un movimiento de mandíbula constante. Si tuviera que definir con una palabra esta película lo haría con la siguiente: efectiva.
Sin florituras y sin necesidad ni capacidad para ofrecer criterios cinematográficos nuevos ni alternativos su táctica ha sido la de masticar sobre lo masticado, atacar desde el humor convencional, ser transparente, fácil y tan estándar como nunca. Partiendo del objetivo que no es sino hacer terapia desde el humor hogareño. Sin duda un alarde de sencillez y de humor. Salimos por una puerta menos estrecha, nos lo merecíamos.