Sí, ya conocemos de sobra el estilo de
Paul Greengrass. Ha sido adoptado por gran parte
del cine de acción y thriller de Hollywood, y ya está a la
orden del día en géneros que van desde el thriller político más
serio a las películas de superhéroes. Pero Greengrass no solo es
uno de los primeros en popularizar esta forma de rodar, es además el
mejor.
Desborda inquietud desde la priemra
secuencia en la que vemos al protagonista, simplemente ojeando sus
papeles y el ordenador. El montaje es implacable y la cámara no
para. Y claro, esto se puede copiar, pero Greengrass lo hace bien,
muy bien. Sabe cuando y donde corta, sabe hacer que el plano parezca
casual y un reencuadre improvisado. Es la escena de un tipo
recogiendo sus cosas, pero el lenguaje cinematográfico nos deja
claro cual es el género: thriller.
Se nos cuentan unos hechos reales, que
nos pueden importar más o menos. Unos personajes que pretenden
escapar del cliché, siendo más complejos, y buscar así una
reflexión de mayor calado. Se consigue en parte. Da igual. Lo
importante es la densidad de esta película de acción tensa, con un
Tom Hanks impecable de principio a fin, dando el do de pecho
en las secuencias finales, especialmente en la revisión médica.
Puede que haya algo de exceso de
metraje, especialmente en la parte central, pero toda la recta final
es frenética, tensa, emocionante. Un buen thriller de acción, con
unas dosis de contenido social. No perdurará en la memoria, pero
resulta muy disfrutable.