Crítica de la película La huella por Romulo

Donde había juego ahora hay pura humillación


4/5
14/10/2007

Crítica de La huella
por Romulo



Carátula de la película Para empezar, antes de analizar en sí la película, tengo que hablar del triste doblaje. En España, afortunadamente, contamos con un puñado de fantásticos profesionales del doblaje. Pero, inexplicablemente, en La huella el trabajo que nos ofrecen es deplorable. Para empezar, porque nos escamotean las voces habituales de Michael Caine y Jude Law. ¿Por qué? Lo ignoro. Es un error de bulto. Instintivamente el espectador ya asocia un rostro con una voz, y cambiarlo molesta, estorba, hace que uno se sienta incómodo y, para colmo, no acabe de creerse esa voz.

Para seguir, las voces que sí oímos aquí. La voz de Caine es más aceptable, pero la de Law... madre mía; es ridícula. Un error inexplicable. Llegando a lo payasesco en algunos momentos. Por eso os ruego que veáis la película en versión original; para poder disfrutar las dos grandísimas interpretaciones, no la veáis en esta inaceptable versión doblada.

Porque, sí, Caine y Law están inmensos. Cada uno en su estilo. Caine sereno, consciente del poder de su mera presencia, potente sólo en los momentos precisos. Law más directo, impulsivo, brillante y agresivo. Es un duelo precioso; sólo por esto merece la pena ver La huella. De largo.

Por otro lado, Branagh y su guionista, el Nobel Harold Pinter, aciertan de salida al no dar protagonismo a las sorpresas y giros argumentales en su trama, si no al propio duelo de humillaciones entre ambos protagonistas. Aquí no importa tanto que el policía al final sea Law. Incluso diría que ni tratan de esconderlo demasiado ni, por supuesto, mantienen el juego demasiados minutos en pantalla, al revés de lo que hacía Mankiewicz en la primera adaptación cinematográfica de la obra de Anthony Shaffer.

Porque esta película no tiene nada que ver con la de Mankiewicz. No es un remake. Es otra visión de la obra teatral original. Y bien distinta. Lo que en la película del 72 era puro juego de engaños, aquí es un viciado duelo de sucesivas humillaciones. El acercamiento entre dos hombres, su proseguivo desnudar, a través de la pura humillación. De hecho ya se ve en su mismo entorno: del barroco laberinto de juegos de la primera película al escenario abstracto, de simples colores, de esta. Y es que ni a Branagh ni a Pinter, como decía, les interesan demasiado los juegos ni las sorpresas que, en cambio, sí constituían la base del guión de la película de Mankiewicz.

El problema, el único problema, quizá, es que donde Pinter más deja su huella es en ese tercer acto que añade de su propia pluma respecto a la obra original. Y ojo, me gusta mucho por dónde tira, incide de manera muy acertada en ese acercamiento viciado entre ambos protagonistas a base de la pura derrota emocional del otro. Pero la estructura se desequilibra un tanto, en cuanto a tiempos -no han sabido regular lo suficiente el giro hacia ese tramo final-, y sobre todo la visagra (la treta intermedia que usa el personaje de Law fingiendo que, ahora sí, quiere robar las joyas) es un tanto endeble. Es creíble, sí, pero no tan intensa ni desde luego brillante como los pasajes anteriores.

O el siguiente; porque una vez en materia, el tramo final me gusta. A los que disfrutaron con la simpleza purista pero entretenídisima y diabólica de la película de Mankiewicz quizá les cueste aceptar este nuevo acto, pero a mí me gusta esa tensión directamente homosexual, esa materialización del sutil y cada vez menor espacio de aire respirable que separaba a los personajes en los mintuos anteriores.

Me gusta el cierre. Me gusta que aquí no gane nadie. Me gustan muchas cosas pero a Branagh y a Pinter les ha costado engrasar su nuevo acto en la obra de Shaffer, y ahí resbalan un poco. No importa. La huella es una película que veré varias veces, para disfrutar del certero y sabio trabajo de Caine, y de la poderosa entrega de Law. Y también de los veloces y fantásticos diálogos de Pinter.

En versión original, claro.




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La huella en festivales: Festival de Venecia 2007 , Festival de Toronto 2007




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