Crítica de la película Hara-Kiri por Iñaki Ortiz

Después de la sesión de ultraviolencia de 13 Asesinos, parece que Takashi Miike quería rodar un drama de samuráis. Al menos eso es lo que ha hecho. Sin apenas luchas y sin que estas sean nada del otro mundo, se centra más en ahondar en las penurias de la pobreza y la dictadura de las normas del honor. Nada que no hayamos visto antes (no en vano es un remake).

Las primeras secuencias, las de los dos samurais que piden sepukku, resultan interesantes por su desorden temporal y por el secreto que guardan, pero cuando empieza el gran flashback nos encontramos con enormes redundancias. Ya sabemos casi todo lo que se nos muestra porque tenemos prácticamente todos los datos. Sólo queda ahondar en el drama con la misma tozudez con la que el director ahonda en las entrañas con una catana de bambú. El resultado aburre por exceso de metraje y por no aportar verdaderamente nada. Para colmo, creo que en ningún momento consigue dar con un punto sentimental que está claro que no es el fuerte de Miike. Capítulo aparte para el tema del 3D. Dado el tipo de película, en general compuesta de conversaciones en interiores, el 3D está bastante fuera de lugar. Llevar las gafas toda la película para ver algunos copos de nieve y unas ramas con profundidad no compensa en absoluto. Desconozco qué es lo que le ha llevado a rodarla así.

Una película para olvidar.