La herida no es una película fácil. Es seca, es dura, y en muchos aspectos, críptica. Se sumerge en la vida de una mujer con trastorno límite de la personalidad. Lo hace sin explicar apenas nada de las particularidades de este problema mental -y no porque no sea un retrato serio y documentado. Simplemente nos ofrece una serie de momentos en la complicada vida de esta chica. Para ello, la cámara no se despega un momento de la protagonista, a un nivel obsesivo, dejando fuera de campo, en muchas ocasiones, el paisaje. Solo importa ella.
Como ocurría en Shame, se dejan
una serie de pistas sobre los precedentes de su vida y se dosifica la
información sin llegar a una confirmación final de las suposiciones
del espectador. No hay una evolución del personaje, ni
descubrimientos, ni respuestas. Solo una inmersión en su mundo a
partir de una serie de puntos clave.
La enorme responsabilidad que tiene
aquí la actriz protagonista, Marian Álvarez, es cumplida con
creces. Le ha valido una concha de plata en el reciente Festival de
San Sebastián. Ella está estupenda en un papel difícil aunque
también agradecido.
Habrá que seguir a su autor, Fernando
Franco, porque su ópera prima es un drama ambicioso, intenso,
duro y honesto; capaz de conseguir la atención del espectador
interesado sin apenas concesiones ni caminos fáciles. Una de las
mejores películas de la sección oficial de este año.