El cine coreano está más de moda que nunca, hasta el punto de decir que se trata del más interesante de todos los que emergen desde Asia. Un país como Corea del Sur, que produce innumerables comedias románticas, así como otras tantas obras centradas en el mundo de la mafia, no podía tardar en aunar ambos conceptos en una sola película y este es el caso de The show must go on. El film nos plantea el dilema que sufre un miembro de una organización mafiosa al tener que escoger entre su familia o el mundo del crimen. El film de Han Jae-Rim supone pues un acercamiento a la figura del gangster desde un punto de vista diferente, a través de la tragicomedia. Lo cierto es que la visión entrañable del mafioso no resulta una premisa demasiado original dentro del cine asiático, sobre todo teniendo en cuenta los escarceos de su vecino japonés, Takeshi Kitano, con este tipo de personajes, por citar un ejemplo concreto.
El actor encargado de dar vida al personaje principal, Song Kang-ho, es un autentico camaleón del cine coreano, cuya presencia hemos visto en films tan conocidos como Simpathy for Mr. Vengeance, Memories of Murder o The Host. La participación del conocido intérprete en el film hace que este suba muchos enteros. En cuanto a su director, Han Jae-Rim, tan solo tiene una película en su haber, Rules of Dating, eso sí, ganadora del segundo premio del KOFIC Script Contest en el año 2003. No es que sea un gran precedente, pero al menos es algo.
Pero si algo llama la atención en los entresijos ocultos detrás de esta película, es la presencia de la compositora japonesa Yoko Kanno. La figura de Kanno, autentica todoterreno y responsable de creaciones exquisitamente sublimes -principalmente las bandas sonoras de innumerables series de anime japonés, tales como La visión de Escaflowne, Cowboy Bebop o Wolf's Rain, tan solo una pequeña muestra de su prolífica discografía- hace prever un apartado musical insuperable.