Roman Polanski adapta una obra de la prestigiosa dramaturga francesa Yasmina Reza con quien el director ya había trabajado en teatro. Esta adaptación
no parece querer huir de ninuna manera de las formas teatrales, pues
básicamente tendremos unidad de tiempo y de lugar en interiores.
Como comenta Rómulo en su precrítica, ya sabemos que el director no
le tiene miedo al formato, pues en La muerte y la doncella ya
se enfrentaba a ello. Personalmente, considero que aquella era una de
sus películas más logradas, así que ya tengo un punto positivo más
para esperar este nuevo trabajo.
Aunque por encima de todo, hay cuatro
nombres que aportan alto valor a la película, los de sus cuatro
protagonistas. Jodie Foster, cuando huye de sus tics
precocinados, puede conseguir muy buenas interpretaciones. John C.
Reilly siempre funciona. Kate Winslet es posiblemente, y
sin demasiado riesgo a equivocarme, la mejor actriz en activo. Y por
último, esa gran revelación que suma enteros a cualquier trabajo,
ya sea en un goloso papel tarantiniano o en una simplona Agua para
elefantes, Christoph Waltz. Con estos cuatro grandes
encerrados en una casa, sin más remedio que regalarnos sus mejores
interpretaciones, y con la malicia de Polanski apoyado en un buen
texto, sólo podemos tener una película intensa y gratificante.
Personalmente, apostaré por la versión
original para no perderme detalle de las interpretaciones.