Crítica de la película Caramel por Iñaki Ortiz

Todo en esta película tiene un toque azucarado. Nos cuenta las historias de varias mujeres en Beirut sin dramatizar demasiado ni montar un conflicto exagerado.

Es gratificante ver que se puede hablar de temas como el de la importancia de la virginidad de la mujer musulmana antes del matrimonio sin desplegar la pancarta y encender el altavoz. Basta con esto, con que nos cuente la realidad tal y como la directora la ve, y nosotros ya sacaremos conclusiones.

Lo más característico de esta película es la sobredosis de elementos típicamente femeninos (también vale una mujer como elemento típicamente femenino). Los sucesos se mueven entre depilación, peluquería, la regla, maquillaje... Casi se le podría acusar de visión caricaturesca de la mujer si no fuera una mujer la artífice de todo (aunque aun así podemos seguir manteniendo la acusación, claro). Hasta tal punto, que las escenas de sensualidad más sugerentes están protagonizadas por dos mujeres, con los hombres apenas hay contacto físico. Escenas entre las dos chicas  que son todo un ejercicio de sutileza elegante, no han necesitado pasar a mayores.

Nadine Labaki, la directora, y de paso protagonista, hace un buen trabajo ofreciéndonos un mundo en el que casi podemos oler el aroma del caramelo recién preparado, y el tinte para el pelo flotando en el aire caliente de los secadores. Una imagen colorida pero siempre armoniosa, con el suave color rosa de las batas y los tonos dulces generales.

Nos cuenta historias importantes, conmovedoras, tristes, casi sin darle importancia, envueltas en un cierto halo de optimismo y alegría. Historias divertidas, amenas, que ocultan temas importantes. Personajes que aparentemente son pura comicidad, pero que conllevan el drama, como la mujer que finge tener la regla o la vieja senil que empieza como gag cómico y termina siendo una carga importante para la felicidad de su hija.

Actrices estupendas que hacen un buen trabajo todas ellas. En general un buen reparto. Detalles bien cuidados, una dirección atenta, una fotografía dulce y un guión bien llevaado. Una película que vale la pena.