Pozos de ambición no es una película redonda.
Esta es la conclusión a la que más o menos he podido llegar tras tan sólo haber transcurrido unas horas desde su visionado. Está claro que es una película notablemente arriesgada y con un talento que se desborda como el petróleo bajo la tierra yerma de Little Boston. Pero el resultado global del film es algo así como echar una carrera por Little Boston, sentir ese sudor pegadizo en la piel y sentir que cuesta mucho trabajo tragar saliva.
P.T. Anderson se permite un inicio -salvando las distancias- a lo 2001, con hombres que sin decir palabra trabajan buscando el petróleo, y es que apenas hay un "no" en los casi primeros veinte minutos de película. Un inicio formidable que enlaza con un monólogo larguísimo en el que ya vemos la grandísima capacidad de Daniel Day Lewis para regalarnos un papel que pasará a la Historia del Cine.
A partir de ahí la película es llevada con un mano muy firme de P.T.Anderson pero hacia un viaje a ninguna parte. O quizá sí. Lo convencional del final no termina de encajar con un metraje en el que, sinceramente, Anderson apoyado sobre todo en la música crea continua tensión aunque en el guión no la haya. La historia está al servicio del exceso, pero sin un encadenamiento lógico. Pensemos, por ejemplo, en la reacción del personaje de Eli ante su padre tras la paliza que le propiona Plainview. Parece el inicio de algo que no llega.
El final de la película pretende referirse al final de un enfrentamiento, pero, siendo sinceros, apenas hay motivos para que la película se sustente en el Plainview vs Eli. Sí que hay escenas en las que ambos se enfrentan, pero desde luego no como para que sea el eje. De ahí que el epílogo de 1928 no me convenza demasiado. Sobre todo con la escena entre Day-Lewis y su hijo. La escena con Eli, a la par que grotesca es poderosa, eso es innegable. La sobreactuación de Plainview viene acompañada de una sobreactuación del guión que me chirría en exceso.
Con todo estamos ante una película de una fuerza arrebatadora y a la que no le niego en postreros visionados la quinta estrella, para el recuerdo quedan escenas como la de la explosión de gas o el bautismo de Plainview. Pero, sinceramente, creo que Magnolia le quedó más redonda al amigo P.T.