Crítica de la película Gran Torino por Romulo

Clint Eastwood vuelve a entregarnos sus películas de a dos. Y esta vez todo saben que la (digámoslo así) menos interesante era El intercambio, y la que uno no se puede perder, este Gran Torino.

Sobre esta película cayeron todo tipo de rumores; Eastwood con un Gran Torino y armado... ¿es que va a retomar el personaje de Harry el sucio? Nada más lejos de la realidad. Tras este nuevo film se esconderá una vez más un cierto poso de drama (pero esta vez no de dramón) y un mucho de amargura.

Creo que tampoco vamos a encontrarnos esta vez uno de esos grandes títulos que, esporádicamente, se saca Eastwood de la manga. Sin perdón queda lejos. Pero Gran Torino tendrá oficio, tendrá poso, tendrá un ritmo tan tranquilo como poderoso y tendrá una fuerza descomunal. Marca de la casa del tío Clint. Porque esta película realmente quería hacerla, y muestra de ello es que ahí se ha plantado delante de la cámara, quizá por última vez.

Así que lo va a hacer como no podía ser de otra manera. Soltando gruñidos a diestro y siniestro (esto también es marca de la casa) y sin disimular la cara de perro. Marcándola a fuego en cada primer plano.

Y nosotros los disfrutaremos. Pero quizá también dudaremos, sufriremos, nos daremos cuenta de que llevamos cinco minutos con la boca abierta. Y volveremos a salir pensando y pensando de la sala...