Dicen que para un maestro el mejor alumno no es aquel que aprueba a la primera ni siquiera el que mejores notas saca. Al contrario, el espíritu, la garra y el esfuerzo de quien desde un suspenso llega al aprobado es el auténtico triunfo del profesor. La voz dormida de Benito Zambrano no es ni de lejos el mejor alumno ni el mejor examen pero sí es verdad que ha puesto empeño y sobretodo sensibilidad con la firma de esta su película. Si bien la guerra viaja en compañía de la más absoluta soledad, la cinta de Zambrano lo ha hecho acompañada del personaje de los personajes: la madre.
El postulado de esta cinta ha sido la sensibilidad, repito. Su esfuerzo ha residido en convertir una triste historia en algo emocionante y emocional en ausencia del morbo. A simple vista, el más ínfimo estado de ánimo triste y nostálgico de la guerra civil española ya es un punto de salida en el que agarrarse. Sin embargo, no es fácil que el cuerpo del film destaque durante dos horas por ser emocionante y emocional a partir de distintos atributos: guión, personajes, estados de ánimo, interpretación...
Siempre hay peros. Quizás carece de un lenguaje cinematográfico que otras de su perfil han resuelto de una manera más auténtica, La voz dormida agarra del brazo más al discurso político-social que el cinematográfico y esa puede ser la clave de su sencillez y su lado más sensible. De todas formas, como siempre nos tiene acostumbrado el cine made in spain y su guerra civil cinematográfica particular, el punto de salida y de llegada sigue siendo el mismo. Reconocimiento, paredón, reconocimiento. Con viejos vicios pero hecha desde la sensibilidad, apartando el rigor histórico pues, ¿quién necesita explicarle a una madre lo que es la vida que lleva dentro? No es un aborto, ha sido un parto natural y una ecografía histórica para tocar con las yemas de los dedos y darle un beso de buenas noches en la frente.
Sigo pensando que no es el camino de tipo de película para enforcar ese maldito y miserable episodio de nuestra historia pero me voy satisfecho. Madre, no hay más que una. Queda dicho.