REC es tan efectista como esperaba. Pero también muy efectiva. Ya desde su primer instante va a ello. No se anda con rodeos. Pero eso también es positivo. No se detiene en adornos tontos del estilo de "...esta cinta fue descubierta no sé cuándo y contiene una historia no conocida que ratatá blablablá ratatá..." Sí, al más puro estilo Bruja de Blair. Aquí vamos directos al grano y aceptando desde el primer instante que estamos viendo lo que estamos viendo: después de todo, una peli de "infectados". O sea, de zombies.
Otro acierto de REC es que no se detiene en esas premisas estúpidas que planteaba, pero sí se toma su tiempo, en cambio, sabiamente, para plantear la situación, para entender a su invisible protagonista (el cámara) y sobre todo para presentar el escenario (el edificio) y cada uno de los vecinos. Si el cine yanqui suele hacer funcionar este tipo de cine a través de una serie de clichés ya universalmente aceptados, REC es capaz hábilmente de aprovechar clichés más habituales de nuestro entorno para otorgarles funciones idénticas en el desarrollo de la película: la familia de chinos de la que recelan todos los vecinos; el emigrante argentino, tan resabidillo y autocomplaciente; la madre ultraprotectora que no se separa de su niña a la que ha bautizado con uno de esos horteras nombres anglosajones... De nuevo, otro acierto.
Así pues, REC maneja los tempos de su narración perfectamente, y cada elemento va entrando en su momento. Además, el desconocimiento general de lo que va sucediendo por parte de los protagonistas es un elemento perfecto para acentuar la sensación de angustia. Como colofón de esa primera parte de puro misterio, llega la magnífica secuencia en la que un personaje "de fuera" (protegido con un imponente traje de protección contra agentes biológicos peligrosos) entra en el edificio. Un momento poderosísimo en el que nos damos cuenta de que Plaza y Balagueró le dan a su película toda la importancia que realmente merece.
A partir de aquí llega la pura adrenalina, la acción directa, el pánico de los personajes, su paulatina derrota, el caos. Por supuesto, me gusta más la primera parte de la película, pero en verdad todo el filme no desmerece como conjunto, si bien la sucesión de escenas climáticas resueltas simplemente con el recurso de "no se ve nada" al final resulta un tanto cansino. Claro que, si hemos de pedir coherencia a la apuesta estética de los directores, debe ser precisamente así. De lo contrario, no sería creíble.
Al final, la propia naturaleza formal y estética del film, siendo la que es, igualmente potencia unos instantes como limita las posibilidades de otros. Toda la secuencia final es, en general, angustiosa, pero para nada brillante. Nada comparable a algunos maravillosos momentos que el género de terror nos ha legado a lo largo de la historia. Sin embargo, en contraste, esa oscuridad general, en ese mismo final, sirve para que la difusa imagen de la niña zombie cobre aún mayor potencia de la que de por sí pudiera tener.
Al final, REC es lo que es, una cinta de género, una muy eficaz película de terror, con varios "sustos" muy bien ubicados en su metraje, con un ritmo apabullante y con un dominio técnico brutal, irreprochable. A su vez, es toda una lección para aquellos (entre ellos muchos productores) que aseguran que en España no se sabe hacer según qué tipo de películas.