Crítica de la película Bicicleta, cuchara, manzana por Olmo

El alzheimer no está a concurso. Ni en San Sebastián ni en ninguna otra parte del mundo. Sobre esta terrible enfermedad se ha hablado menos de lo que se tendría en el cine. La última que recuerdo fue Pandora´s Box y que a través de una anciana abuelita nos iba pellizcando poco a poco a través de los minutos sobre la realidad de algo muy triste que es caer enfermo de algo de lo que no te acabas ni dando cuenta. Carles Bosch (Balseros) se ha ganado el reconocimiento general de la críticas y es el encargado de dirigir esta cinta con título Bicicleta, cuchara, manzana, tres conceptos que se utilizan para el estudio de la mente a corto plazo. Y a pesar de lo dura, fuerte, transparente que les pueda parecer creo que no podremos negar que Bosch le va a dar un estilo objetivo, clínico pero a la vez romántico. Considero que es un trabajo que no se puede llevar de cualquier manera y en este sentido es clave contener, agarrar y sujetar al público del profundo puñetazo emocional al cual estaremos continuamente expuestos.

Considero que es un paso cinematográfico muy importante comenzar a trabajar respecto al alzheimer y de una entereza descomunal que Pasqual Maragall se preste a ello a través de este trabajo cinematográfico. Sin morbo, con pelos y señales pero con mucho mucho tacto. Sin medias tintas, un trabajo serio, sin pudor e incluso buen humor. El alzheimer no está a concurso. Ni en Sebastián ni en ninguna otra parte del mundo. Se dan cuenta de que termino como empiezo. Algunos ya no pueden acordarse de cómo empezaba mi crítica. Va por todos ellos.