La lentitud con la que aborda el film el problema en cuestión, el hallazgo y descubrimiento de las peonzas y conejito, así como la cada vez más trillada manera de descubrir los poderes extraños que en realidad no sirven de mucho, provocan en el espectador algo de impaciencia, sobre todo al observar al científico profesor que trata de ayudar en el entendimiento de unos momentos que ya se entienden demasiado bien incluso para los más pequeños.
De efectos digitales bien dirigidos, con unos niños de cierto nivel interpretativo, y ganas de hacer el film serio, no termina de destacar, y consige un final rápido, exagerado y algo patético, gracias a una policía de pacotilla, y un departamento de investigación que más parece una fábrica que cierra por la noche.
Un producto que puede servir para los más pequeños, pero que estimula bien poco a los grandes. Sin un desarrollo bien aliniado, sin intensidad en muchos momentos, que se trata de conseguir con una banda sonora fastidiosa y repetitiva.
No es la mejor opción en estos tiempos.