Una película muy cuidada que ha conseguido evitar el incierto destino del guión a la hora de transportar todo el contenido de la novela, pero no sólo eso, sino que lo convierte en algo especial y de bonito tacto en imágenes con una banda sonora dulce y una cámara seducida por la ambientación inmejorable.
La primera hora de película es una advertencia de los primeros 20 minutos magníficos, sin criticar una voz en off que no llega a ser pesada y ayuda, en la que todo está en calma si entendemos que una muerte vital en la historia es narrada con tanta paciencia y evocadora. Las vivencias del protagonista bien elegido por sus maneras hieráticas, nos llevan al mundo de los olores y su poder es bien descrito con fluidez de imágenes cuidadas. Los secundarios no dejan de ser una comparsa porque lo importante es él, pero están bien posicionados, incluso en ese cuarto de hora en el pueblo del jazmín, que enseguida se olvida, para pasar al final digno de la historia, de la trama, del personaje, y de lo excepcional de sus capacidades.
Ha sabido aportar su toque de esplendor al alma del amor, o al alma de un aroma, de la importancia del mismo, siempre con un sabor a cuento de hadas sin ellas, con un saber estar de las escenas, todas de importancia y medidas para que no se pierdan en el olvido. Hasta las casas que caen son bellas. Una enorme película que se escapa de convencionalismos y se encarga de todas todas a narrar el espíritu de una novela que tiene su lugar en la cumbre con razones sobradas.