Mike Myers nos ha regalado esa estrambótica saga parodia -o heredera- de las clásicas películas de James Bond y los años 60 más horteras, Austin Powers. Todo un derroche de mal gusto que sin embargo fue una brisa deliciosamente refrescante para la encallada comedia norteamericana. Ahora estrena una película que no puede quedar más lejos de aquella. Un verdadero fracaso de crítica y público.
Para la dirección, el responsable de la segunda unidad de Austin Powers 3, Marco Schnabel. Está claro que el interés por una realización medianamente de calidad está fuera de lugar. Peor es tener en el guión, junto con el propio Myers, a Graham Gordy, el tipo que está detrás de Mi perro Skip. Este equipo genera una tonta película que no contará más que con cuatro gags levemente graciosos y que volcará todas sus energías sobre la comicidad de Mike Myers, que emulará a su precedente claro, Eddie Murphy quien para colmo ya trabajara en algo parecido -pero mejor- El gurú. Detrás de Austin Powers había un guión ingenioso, aquí me temo que sólo tendremos la interpretación cómica del actor.
Lo que es realmente triste es que ni siquiera haya sido capaz de alcanzar su meta: hacer dinero. La película tendrá que esperar al mercado del DVD para intentar recuperar lo invertido. Esto certifica el fracaso absoluto de esta película, que despreciando la calidad y con un exceso de confianza, se ha encontrado con que el gran público también tiene su límite.
Algo que sí da pena es que Sir Ben Kingsley, uno de los mejores actores de la actualidad siga dejando su nombre por los suelos aceptando proyectos como este. Comprendo, eso sí, que Justin Timberlake y Jessica Alba formen parte del reparto, es lo suyo.
No basta con un nombre. Por cierto, no vayan a verla, ni siquiera por las curvas de Jessica Alba.