La ingenuidad me había hecho pensar que esta película iba a ser un auténtico viaje de locos sin pies ni cabeza, una ida de olla de Tim Burton, una continuación de pasajes que como en las novelas de Lewis Carroll se sucederían una tras otra sin dejarnos tiempo a reponernos de la anterior. Así que mi sorpresa y un cierto desagrado iban en aumento al descubrir que la cinta tenía un guión definido y que las aventuras de Alicia encerraban un porqué, con un estilo épico sobre destinos que cumplir y paladines enfrentados en una batalla final. Uno podía imaginar que si Alicia era interpretada por una persona adulta, era imposible que la historia fuera fiel a los cuentos de Carroll, pero no que íbamos a presenciar una especie de El Señor de los anillos o Las crónicas de Narnia.
Como curiosidad añadiré que mi acompañante no había leído los libros de Carroll, ni visto entera la película de animación de Disney, y al acabar la película me ha confesado: " No sabía que Alicia acababa así". A lo que he tenido que responder: "¡Es que se han inventado toda la historia!".
Disgustos personales aparte, como encontrarme un Sombrerero Loco heroico y con conciencia política, he de reconocer que Burlón, sigue manteniendo una imaginación y creatividad desbordantes. El submundo se convierte en una explosión de colores y formas delirantes, fiel a su estilo barroco en algunos pasajes y alegórico en otros. Se pueden apreciar también ciertas similitudes con otros trabajos de Burton, como el árbol por el que Alicia cae dentro del agujero con el de Sleeply Hollow o la luna convirtiéndose en el Gato de Cheshire como en Batman y su señal, que ya no sé si serán reutilizados consciente o inconscientemente.
El diseño de los personajes es fantástico en su faceta estética, como el ejército de cartas o sobre todo la Reina Roja, con una Helena Bonham Carter genial, o la Liebre de Marzo y su esquizofrénico nerviosismo. Pero por otro lado, hay personajes que dejan mucho que desear, como la propia Alicia con 19 años ya encarnada por Mia Wasikowska, a la que le falta fuerza, con una interpretación plana de principio a fin que no acompaña en absoluto el cambio que va experimentando conforme avanza la cinta. O el propio Johnny Deep como Sombrerero que ni está loco ni cuerdo, sin matizar sus cambios de humor, ocultándose cobardemente tras esos ojos desorbitados.
Pese a que la factura técnica es estupenda, no puedo evitar pensar que Burton no invierte toda su genialidad ni peculiaridad. La magia de otros productos creados por él como Eduardo Manostijeras o La novia cadáver se difumina cuando lo hace por encargo. Como espectáculo y género de aventuras, este título es ágil, divertido y entretenido. La hora y cuarenta y ocho se pasa volando y el viaje al mundo de Alicia se torna trepidante. Pero desde luego, no es una de las mejores obras de Burton.