Pues sí, me he reído, y junto a mí el resto de la sala. No sé si realmente se ha esmerado en sacar adelante esta película, si era un descanso, si la ha hecho sin ganas... lo que sé es algo mucho más sencillo: he reído.
Es verdad que el argumento era una patraña antiquísima que muy bien podría haber sido interpretada por Gary Cooper. Sí, nada más cierto. Igual que le pasaba a “The tiger’s tail”. La diferencia, creo, es que Lars Von Triers es consciente de ello al cien por cien. Inicia con él mismo la película, en parte para engordar su vanidad y en parte para darle un tono más experimental a lo que, admitámoslo, no lo es. El caso es que en su inicio nos explica a nosotros, los espectadores, que lo que vamos a ver es una comedia ligera que no tiene como objetivo transmitir ningún tipo de mensaje o ética alguna. Algo así como decir, “oye, que esto no es mi cine”. Admite así que vamos a ver una pequeña tontería. Igualmente al final se despide diciendo que ya quiere irse a casa.
Sabiendo que ya hemos visto mil veces una historia similar decide saltarse la introducción. Esa introducción en la que, si la película estuviera protagonizada por Will Ferrell, veríamos la vida diaria del jefe con sus empleados y como les transmite las órdenes del jefe inventado y una escena para presentar a cada personaje... para que a los veinte minutos de película o a la media hora en el peor de los casos contrate al actor que también habría tenido su presentación personal. Es decir, todo el mecanismo conocido. Pero no, aquí entramos de golpe a la situación porque Von Trier sabe que todo eso nos sobra. Somos odiosos culturetas de esos que van a ver películas dogma y disfrutan oyendo nombrar a artistas insospechados como Gambini, se supone no lo necesitamos.
Hablando del dogma, afortunadamente aquí es muy light, y si a uno no le avisan lo mismo puede pasar por tembleque y encuadres extraños habituales. Para lo que si sirve es para hacer una autoreferencia en la película.
Gran parte de la clave del éxito de una comedia son los actores y, en este caso, los dos actores protagonistas, especialmente el jefe de todo esto, están muy bien. Muy cómicos. Y mención expresa para el islandés que está imponente.
Una película tonta con gracia, con diálogos y situaciones con ingenio que dura lo que tiene que durar y donde el teatro de marionetas es admisible. Al fin y al cabo las marionetas suelen estar hechas para hacer reír.