Crítica de la película Take Shelter por Iñaki Ortiz

Take Shelter es una película muy ambiciosa. A nivel formal, por su atrevida mezcla de géneros, arriesgada pero acertada. En cuanto a contenidos, por todo lo que abarca en paralelo sin perjuicio de unos temas sobre otros

Poco le tiene que envidiar al cine de terror, con esos sueños asfixiantes y a veces sobrecogedores, y sobre todo, con la constante sensación de que algo malo está a punto de ocurrir. Una sensación que llega tanto racionalmente, por las situaciones de peligro que se desprenden de la inestabilidad del protagonista; como también de modo inconsciente, por un clima apocalíptico de peligro repleto de detalles casi bíblicos.

Por otro lado, es un drama de crítica social que nos habla de los problemas de la clase obrera, la precariedad laboral y los problemas de la sanidad de pago (esto cada vez nos va sonando más por aquí, ¿verdad?). Así conjuga el drama y el fantástico consiguiendo que un tema, a priori árido resulte atractivo; al mismo tiempo que una historia frívola cobra densidad. Es, al fin y al cabo, una K-Pax en tono más dramático, donde se juega de principio a fin a contar dos historias sobre la misma historia según el punto de vista fantástico y otro dramático. Aunque aquí se tome partido por una de ellas, no invalida por ello a la otra.

Pero tenemos más. El tratamiento realista y rico del problema de la esquizofrenia y su impacto en la familia y en la sociedad. Aquí la referencia clara es Una mente maravillosa, otra película que juega a dos bandas, aunque el tono de esta sea mucho más realista e interesante. Tratado con cierta intriga, observando los efectos antes de conocer las causas, lo que aparte de hacer el desarrollo más interesante, aporta un acercamiento mucho más profundo a los sentimientos de los protagonistas.

Pero esta mezcla de géneros y de temáticas no sirve simplemente para un atrevido contraste, se conjugan de manera admirable para conseguir algunos momentos verdaderamente intensos. Uno de ellos, rabiosamente expresivo, es el de la lucha interna para salir del refugio / salir de la prisión psicológica. Acompañado además de la impresionante intensidad de Michael Shannon y Jessica Chastain.

Un gran trabajo de Jeff Nichols, sin excesivos alardes y oculto tras una capa de comedido drama indie. Mostrando lo justo, dosificando, y orquestando una sinfonía repleta de matices. Una obra de fondo ambicioso pero de envoltorio muy modesto, que se va deshaciendo en nuestro recuerdo para dejar a la vista todo el esplendor de su núcleo. Habrá que seguir a este director, especialmente, teniendo en cuenta que su próximo trabajo se verá en Cannes.