Que la poesía del cine se habra paso de nuevo bajo la batuta de Jeunet. Esperadísima y necesaria como agua de mayo, la presente en un respiro en mitad de la cartelera, y en mitad de los que vuelven pero no pierden el rumbo. Una historia de noviazgo, de domingo, de una mujer encantadora por el escenario con vida propia que le perseguirá toda la película, una historia con suficiente romanticismo como para desnudar nuestras pupilas muchos minutos sontinuados. Pinceladas a brochazos de brillantez por doquier.
Original y voluntarioso por encima de todo, el estilo iconfundible y necesario de Jeunet, acompañado por los actores que solo él sabe elegir van a hacer nuestras delicias. Y al final, tras el aplauso, algo más de alegría de vivir, una esperanza en lo poco que nos queda. Lo valioso de la vida en cada uno de nosotros.