La propuesta de Julie Delpy, aunque rodada con cariño y capacidad, al menos en algunos momentos de reunión caótica familiar, no deja de ser un guiño, un intento de película potente que se queda en un ensayo, en una buena tarde de visionado donde escuchar hablar y hablar con tonos de comedia de por medio.
La amalgama de personajes, en algunas ocasiones perfectos para el mejunje y mezcla de sonrisa provocada, pero en otros demasiado estereotipados como para caer en una película a la vez, ni es suficientemente importante como para cautivar ni lo suficientemente errónea como para rechazarla.
Así, el film se convierte en algo regulín, con aires de grandeza pero sin fuerza y chispa, quedando relegada a la anécdota curiosa de haber vislumbrado un film más aunque con cierto carisma. A pesar de ello, mal que nos pese, muestra cierta realidad que no estaría tan disfrazada, es por eso que quizás juegue a quedarse con lo que somos capaces de tolerar y prefiere que pensemos en lo peor de ese entorno familiar aún a pesar de quedar como una película mucho menor.