Muchísimas virtudes para una película tan "pequeña" (de duración, de pretensiones, de temática... al menos aparentemente). Vayamos por pasos:
1) Análisis médico de los sentimientos humanos:
Durante toda la película uno tiene la sensación de que Nichols hace un acercamiento clínico (aparte de cínico) a las relaciones que se interconectan, intercruzan e interloquequeráis entre estas dos parejas. Da la sensación de que ese análisis extremadamente frío se permite a si mismo, como únicos sentimientos (hablo de sentimientos de quien observa y por tanto narra) el cinismo y la mala uva (mucha, pero muchísima, mala uva). Para esto usa un recurso curioso: Ese presunto distanciamiento emocional lo logra, de modo paradójico, "echándose encima" de los personajes (igual de "closer" que ese título, al inicio de la peli, tan "closer" que la "l" se ve cortada).
En el comienzo de la película, observando estas características, temblé pensando que Nichols pudiera pasarse con el bisturí y que la película fuera dura, fría, cortante... en exceso. Me explicó: temía que existía la posibilidad de que Nichols nos distanciara tanto de los personajes que finalmente sus problemas no nos afectaran. Pero no. Y creo que a eso ayuda por un lado la veracidad de la puesta en escena y por otro lado el cinismo con que Nichols trata sus personajes. Sufrimos y nos jode el destino que los guionistas reservan a Law o a Portman o a la Roberts. Y la película, en este sentido, contiene varias escenas, varios cruces de diálogos, realmente duros a nivel emocional.
2) Uso y manipulación de los prototipos:
"¿Qué pensabas? ¿Que iba a pegarte?" Se lo dice Owen a Roberts cuando ella corta con él. CLive Owen representa al hombre duro, con un punto de agresividad. Law es el hombre tierno, cariñoso. Dos tipos de hombre diferentes con los que Nichols juega: ¿a quién prefieren las mujeres? Pero partiendo de esos prototipos, Nichols los deforma a su gusto, su cinismo invade también este territorio. Owen, el macho brutote, es el que más se entrega a su pareja y el má sincero. Cuando se acuesta con una puta en un viaje de trabajo, al momento necesita confesarlo. Law, el tierno, engaña durante un año largo a la Portman. Y, por supuesto, esa escena al final: Es finalmente Law quien abofetea a su pareja al ser abandonado.
3) El arte de la elipsis:
Hacía tiempo que no veía en el cine una película que usara la elipsis con la INTELIGENCIA aplastante con que lo hace aquí Mike Nichols. De escena a escena las parejas han cambiado y muchas cosas que, casi cualquier director nos contaría, él se lo salta con una arriesgadísima elegancia. Y no solo la película no se resiente en su avance, si no que gana en poder de seducción y, además, usa este recurso con una brillantez pasmosa. Ejemplo: Después de saber que la Roberts (su pareja en el momento) se ha acostado con Owen (ex marido de ella) para conseguir que firme los papeles del divorcio, Law se pone furioso, no controla lo que dice y empieza a asegurar que la Roberts seguramente incluso habrá disfrutado acostándose con Owen. Ella, despechada, le suelta que se lo pregunte a él. Corte, siguiente escena: Law acude a la consulta de Clive Owen. Bien, pensamos, ahora va a preguntárselo. ¡Pues no! Golpe de maestro de Mike Nichols: En cuanto empiezan a hablar descubrimos que la escena anterior fue el punto de partida de un inevitable deterioro de la relación Law/Roberts... hasta el punto que ella vuelve con su ex marido. Y Law acude a la consulta de Owen a pedirle que la deje libre, que él la ama, que permita que vuelva con él. Lo dicho: Hacía tiempo que nadie usaba de modo tan brillante la elipsis, el ARTE de la elipsis.
Por supuesto (y esto es lo más asombroso de la película: ) hay más cosas, hay MUCHAS más cosas que comentar, o que podría comentar: La película es un análisis certero de la verdad y la mentira en las relaciones de pareja, o más allá, de las relaciones humanas, y de cómo la mentira puede esconderse detrás de lo que uno menos espera (un nombre, sin ir más lejos).
Y no puedo olvidar mencionar a cuatro actores en estado de gracia. Especialmente dos nombres que empiezan a labrarse un prestigio por encima de otros de su generación -y anteriores y posteriores-: Natalie Portman y Jude Law.