Desde mi punto de vista, esta película tiene un solo fallo: su guión es pobre e ingenuo. Por lo demás la película está muy bien.
La dirección de Iñárritu cada vez me convence más. Sabe sacar partido a su marcada personalidad rodando, con movimientos perdidos pero precisos. Ha orquestado unas transiciones estupendas, como comenta Hypnos en su crítica. La película tiene fuerza visual, es desgarrada. Sabe acentuar las emociones y elevar el drama. La utilización de la banda sonora es primorosa, con esa música sudamericana, al estilo de Diarios de motocicleta para la historia de los niños marroquíes. Todo muy bien. El montaje estupendo. La fotografía es la adecuada.
Los intérpretes están en su punto. Parece que el bueno de Brad Pitt por fin ha aprendido a llorar, su asignatura pendiente. Blanchett está estupenda en su papel de norteamericana tópica. Todo el resto del reparto sabe adaptarse a su propio tópico.
Pero el guión, la piedra angular falla. Me falla, diré mejor, pues el público sale emocionado de la sala con lagrimas en algunos casos, será que no ven el telediario, que es mucho más duro. Y la crítica también contenta y dicharachera, o mejor dicho, triste y emocionada ha premiando el film con las notas más altas. Pues señores, a mí me falla. Lo que sí es verdad es que la segmentación del guión por fin está bien trabajada. Encaja todo con precisión. Cada vez está más dominado.
Ante todo aclarar que son cuatro historias, relacionadas pero independientes (a excepción si acaso de las dos ambientadas en Marruecos, muy relacionadas). En fin, aclaro lo evidente para explicar que, naturalmente, tengo opiniones diversas para cada historia. Básicamente creo que la historia de Japón salva la película del más absoluto desastre. Es una historia compleja, elaborada, algo original y obsesiva.
De las otras tres historias basta con ver los primeros cinco minutos para saber con exasperante exactitud lo que va a suceder. La de Brad Pitt pasa, es bastante plana pero no molesta. La bala la pone Arriaga al principio, cae del cielo como casi todo en esta película, pero luego se calma, deja que transcurra sola, sin alterarla más. La llamada final justifica la excesiva duración de una agonía que ya conocemos.
Donde me sería más difícil encontrar justificación es en las otras dos historias. Cuando uno ve entregar el fusil de larga distancia a los críos, uno se pregunta dos cosas: la primera es por qué un pastor ruinoso como ese quiere semejante arma de precisión y alcance para tener a raya a unos simples chacales, la segunda si vale la pena aguantar el drama que claramente se nos viene encima y que ya sabemos cual es. Que un crío, avispado porque no es un atontado niño del primer mundo, se dedique a disparar directamente contra un blanco humano y después demuestre una madurez, sensatez y capacidad de improvisación como la que vemos, es algo que me revienta. Así, tal cual. Pero seguramente lo que más me reconcome de esta historia es la estúpida y forzada ingenuidad de la fatalidad casual. El pastor no consigue ese estupendo rifle en el mercado negro, no, no manchemos esta bonita historia, es que se la han regalado a su vecino por ser muy simpático con su guía. Y, naturalmente, el asesinato es un pobre accidente de unos niños inocentes. Estoy harto de Arriaga y su conveniente fatalidad del destino.
Quizá la peor es la historia de la frontera. Pensemos en Wes Craven, sí, sí, será sólo un momento: En las películas de terror, ¿Qué pasa cuando ese personaje que sobra decide ir a investigar él sólo? ¿O cuando el grupo se separa? ¿Qué pasa cuando los personajes van tomando decisiones estúpidas para así llegar a donde el guionista quiere? Que sacamos el estilete y decimos: ¡venga ya! ¿Por qué esto no es válido para el drama?
Esta señora, decide coger a los niños, porque resulta que sus padres no deben tener familia, (que para contactar con la embajada bien que se llama a la hermana de la madre) y parece que la pobre viejita tampoco conoce a nadie en toda la ciudad (después de llevar allí viviendo 17 años si no recuerdo mal) con quien dejar a los niños viendo el canal Disney 24 horas. No, prefiere llevarse a dos niños rubitos a Méjico sabiendo que trabaja de manera ilegal y viajar con su sobrino, el tío más sospechoso al sur de San Diego. Para colmo, vuelven por un atajo que les llevará al paso fronterizo más recóndito. A Gaelito le sube la adrenalina y termina abandonándolos en mitad del desierto, sí sí, entre las serpientes. Por abandonos que no quede, esta señora también abandonará a los niños sin insistirles demasiado en que no deben moverse. ¡Gran idea! ¿Y qué tal si esperáis los tres al borde de la carretera en lugar de estar escondidos para definitivamente hacer señas a la policía desde lejos? ¡Argh! Que malestar estomacal.
En fin, un cúmulo de despropósitos para decirnos que Méjico es un bonito lugar, aunque tenga una cultura de gallinas sin cabeza y para hablarnos de lo mal que está el tema de cruzar la frontera. Sr Arriaga, para eso me quedo con su guión de Los tres entierros de Melquiades Estrada.
En definitiva, ojalá que los rumores de pelea entre Iñárritu y Arriaga sean ciertos y pueda el director por fin hacer una buena película. Arriaga mejora, pero no al ritmo adecuado.