La mayor parte de las veces el Cine se ha acercado al mundo de la magia desde los ojos del crédulo espectador, salvo en contadas ocasiones, como en El truco final, donde se nos presenta la magia como un engaño perpetrado por aquellos a los que se hacen llamar magos.
El ilusionista, una vez más, se acerca al mundo de la magia a través del punto de vista de un no mago, el Inspector Uhl.
Es muy importante tener esto en cuenta porque el guionista y director Neil Burger cumple esta regla a rajatabla. Todo lo que vemos en la película se debe a conocimientos que ha tenido el personaje interpretado por Paul Giamatti de forma directa o indirecta. De hecho la película está narrada por él en primera persona.
Teniendo esto en cuenta se puede decir que la película es absolutamente coherente, ya que el personaje de El ilusionista, interpretado por Edward Norton se nos presenta como un mago, como alguien que hace cosas con truco pero lo suficientemente difíciles de escudriñar como para poderle llamar embustero. Este es el punto de vista que decide tomar la película: el cheque en blanco para los trucos de magia.
El truco de la película es evidente, eso está claro, ¿pero acaso hay alguien que haya visto la película y no supiese cuál iba a ser el final?
Realmente no es que Burger nos narre el supuesto asesinato de Jessica Biel fuera de plano para engañarnos, sino para mantener la coherencia con el punto de vista que ha decidido adoptar, con sus pocos pros y todos sus contras.
La película, a partir de este punto más que en una fase tardía de desenlace, entra en otra que es la que más me interesa del film y lo que más entretenido me ha tenido.
Me refiero a la manera en que se nos presenta la sociedad de cambio de siglo en el Imperio Austrohúngaro, la manera en que un personaje público puede utilizar su púlpito artístico para lograr que tiemblen los cimientos incluso del mismísimo gobierno. Lo mejor de la película es ese impotente Inspector Uhl que ve que no puede detener a Eisenheim porque es el pueblo el que termina lanzando las acusaciones hacia el hijo del Emperador, la manera en que sale Edward Norton sale al balcón ante la turba...su poder para manipular a su antojo. Una prueba de lo que hemos podido ver con el mediático personaje de Risto en la última edición de Operación Triunfo.
Al final la película debe mostrar ese no truco, y lo llamo no truco porque es tan coherente y burdo, que no tiene otro nombre.
En definitiva, una película que viene a contar lo de siempre, con una coherencia tan encomiable como vana, que no le exonera de crear una película que decae a partir de la primera hora, y con detalles que lejos de rescatar el conjunto, salvan aspectos puntuales.
Irregular.