Lamento disentir de tan drástica manera con mi estimado compañero Rómulo y Remo, pero he de salir en defensa de Gus Van Sant.
La película que con dos años de retraso se estrena en aquellos afortunados cines que la ponga, me atrevo a asegurar que no será en muchas provincias, es la encargada de cerrar la denominada Trilogía de la Muerte, compuesta por este film, por Gerry y por la sencillamente magistral Elephant.
Gus Van Sant es un ejemplo muy curioso de dualidad extrema. En sus incursiones en el cine comercial, su hacer ha sido más bien ecléctico, y sus resultados no han sido más que discretos, entre otras cosas, por un afán por querer autolimitarse. Lamentable es su adaptación de Psicosis, un proyecto sin pies ni cabeza, como floja me parece su alabada El indomable Will Hunting y su anodina Descubriendo a Forrester. Tengo muy claro que ese Van Sant no me gusta.
Pero cuando actúa como quien realmente es, el creador inconoclasta, el heredero de enfants terribles como Bela Tarr, y firma obras como Mi Idaho Privado, o Gerry y Elephant, o esa rareza de Todo por un sueño, logra encandilarme por ser la rabia hecha razón cinematográfica.
En estos últimos tiempos Van Sant rodó uno de los episodios más flojos a mi juicio de Paris je t'aime y ha presentado en Cannes 2007 su dostoyevskika obra Paranoid Park. Una película que también me apetece, y mucho.
Volviendo a Last days, yo no acusaría a Van Sant de cobarde, sólo por el temor de una legión de abogados dispuesto a demandarle, y mucho menos centraría mi precrítica en ello para denostar una película que seguro tratará del aislamiento, de la muerte, del éxito, del no saber hacia dónde ir, de todos esos enfermizos temas que me apetecen verlos desde una perspectiva como la que me ofrecerá Van Sant, de más seso que corazón.
Michael Pitt, al que descubrí con la en mi opinión pretenciosamente descolocada Soñadores, es un actor al que tras verle en Delirious le dejo recaer el peso de una película sobre él. Junto a él, la siempre inquietantemente atractiva Asia Argento (Boarding Gate o Go go tales) me ofrecen un tándem de bandera.
Rómulo, te reto a que nos encontremos en una postcrítica.