Crítica de la película Harry Potter y las reliquias de la muerte Parte 2 por Obi-Wan

El final que merecía


4/5
15/07/2011

Crítica de Harry Potter y las reliquias de la muerte Parte 2
por Obi-Wan



Carátula de la película Esta es una de esas ocasiones que me es imposible valorar una película por la suma valores cinematográficos. Las sensaciones que uno tiene cuando abandona la sala del cine,  que en esta ocasión han sido el cansancio tras la tensión vivida, el escozor de los ojos por  las lágrimas derramadas y la extraña sensación de que en algún momento el cine superaba en emoción a la literatura, casi han subido la quinta estrella a la nota final. Pero supongo que ser fan incondicional de la saga, la cual ha llegado a su fin, y lo ha hecho de manera espectacular, me tiene bajo los efectos de un hechizo del que espero no despertar en unos días, pero que nubla mi razón.

David Yates y el resto del equipo no tenían una misión fácil ante la culminación de una grandísima historia, tanto en extensión como en calidad.  Recordemos que Las reliquias de la muerte se rodaron como una única película, para después partirla en dos. Tras el buenísimo trabajo que resultó la parte I para allanar el terreno a este final (tan bueno que como ya dije en mi postcritica la dejó incompleta por si misma), todos los esfuerzos debían centrarse en manejar la complejidad de un escenario gigante como Hogwarts. El nivel épico de la batalla alcanza sin lugar a dudas el dramatismo y la acción que se requerían para un apoteósico final.   El asunto se podía haber descontrolado. Eran demasiadas emociones entremezclándose cada pocos minutos, pero tanto la comedia, como la solemnidad,  la pelea y la tristeza han sabido ser conjugadas con maestría. Había mucha muerte de personajes importantes en esta última entrega y ese era un escollo difícil de sintetizar.   Mucho director se hubiera enfangado con escenas más explícitas o prefabricadas para provocar con facilidad los sentimientos del público. Pero un Yates crecido en los momentos más espectaculares ha sabido a la vez insuflar el término justo a cada situación. En comparación me imagino a la parte de la industria americana de ideas enlatadas ensuciando esta sacrosanta saga y me entran arcadas.

Es de justicia también decir que como segunda parte que continúa exactamente dónde acaba la anterior, tiene el inicio más soso de todas las cintas. Pero enseguida se anima con ese asalto a Gringotts que ha cubierto mis expectativas, aunque reconozco que hubiera molado que el encantamiento gemineo hubiera abrasado como en el libro. A partir de aquí, y que me perdone Miss  Rowling (aunque también esté detrás como fiel guardiana de la historia en las películas),  algún pasaje de la película tiene tanta fuerza y es tan bien presentada y llevada, que supera en efectividad a la novela. La aparición de Harry en Hogwarts logra un impacto inmediato de camaradería.  El esperado beso entre Ron y Hermoine ha gozado de la merecida importancia con una escena para ellos solos, sin empalagar y sin hacer perder el ritmo, muy bien. Ha sido genial escuchar a mucha gente del público gritar un por fin o ya era hora, que dicho sea de paso, ha sido de los pocos momentos en que la gente se ha distendido un poco, porque no había presenciado un estreno de Harry Potter con tanto silencio, y juro que la media de edad era adolescencia en pleno apogeo.

Pero ahora quiero centrarme en el gran pasaje que esperaba: Las imágenes del pensadero que Snape lega a Harry. Increíble el poder de síntesis con un resumen explicativo con imágenes y breves diálogos,  ayudado por  un apoteósico  Alan Rickman como no esperaba menos y alguna escena añadida inexistente en el libro, como por ejemplo la de Snape en casa de los Potter llorando desconsoladamente abrazado al cuerpo inerte de Lily, que ha hecho llevarse las manos a la cara a más de un presente en la sala para limpiar el torrente de lágrimas que nos impedían seguir con el visionado.  Ahora que venga algún listo y me diga que esta saga no contiene una de las historias de amor más bonitas que se hayan podido ver o leer, dónde el tiempo no borra los sentimientos y el sacrificio se convierte en un tributo de amor. Invito a los que no han leído las Reliquias de la muerte a que rememoren de nuevo ahora la escena de la muerte de Snape y entiendan porque le pide a Harry que le mire.

Y llegamos al final dónde, que para alegría de muchos, sorpresa de unos cuantos y decepción para otros,  Harry Potter no muere.  Puede que el tramo final en el libro la escena de Kings Cross se haga un poco larga en comparación, dónde había muchas más cosas que explicar y que las películas se han saltado a la torera. Pero tras esto hay que reconocer que el ansiado duelo final entre Voldemort y Harry es efectivo, ágil y espectacular.

Un broche de oro para lo que ha sido una magnífica saga, que al contrario de otras muchas, ha ido creciendo con los años. Gracias por hacernos soñar.




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