Esta película de claro destino comercial, que se sitúa en una tregua de combatientes, tiene como intención estas fiestas navideñas que nos están encerrando poco a poco. Sien embargo, aunque pudiera parecer que es un ejercicio simplón que quiere taquilla, va aún más lejos y traza líneas de trabajo serio y estudiado.
Es una película francesa de esas que no tienen miedo a abrir el plano y mostrar la capacidad para crear un mundo bien detallado, con extras, con escenarios, y este es el espíritu que me encanta de producciones como esta que pretenden lo mejor de sí mismas.
Lo de menos es que sea una historia de final feliz, como presupongo, pero esa elegancia para hacer cine amplio de pantalla, es un gozo en mis pupilas.