En mi precrítica ya me preguntaba acerca de la necesidad de desnaturalizar un personaje secundario de cómic para convertirlo en estrella rutilante y eclipsante de una película de acción. Catwoman tenía su sentido y su gracia dentro del Universo Batman, y, más concretamente, en medio de la lucha entre el murciélago y el pingüino. En otras palabras, no creo que este personaje tenga entidad suficiente como para sostener una película. ¿Y esto por qué?
Existe una sencilla razón. Al arrancarla del cómic de Batman, aparte de sus entido, se ha perdido también el Universo que la hacía posible. Es decir, se han olvidado de traer a algún otro personaje con poderes sobrenaturales. En toda película de héroes es necesaria la presencia de un antagonista que dé respeto o miedo. Y en Catwoman esto no existe.
¿Alguien cree que pueden ser rivales de una mujer con habilidades felinas una modelo en edad de jubilación (Sharon Stone), un científico no muy loco y un matón de pistola? Para desenmascarar tramas como éstas tenemos una 5ª parte de "Arma letal".
No obstante, en este guión hay una cosa que me ha gustado: los guionistas de Hollywood dominan la mitología egipcia. Siempre reconforta encontrarse con enrevesadas tramas que arrancan con dioses de la Antigüedad. En este caso, en un intento por buscarle encaje a la extraída y extraviada "mujer gato", han sacado a escena a la Diosa Bastis, la mujer con cabeza de gato, protectora de las mujeres, los niños y el hogar. Una Diosa que por naturaleza era pacífica y que se convertía en una feroz leona cuando atacaban a sus protegidos. Pues bien, la Diosa Bastis, tras el paso por la computadora-guionista de Hollywood, se ha quedado en una mujer gata amante del cuero y del látigo (no puede existir imagen más sexista), embarcada en una cruzada, no por defender a todas las mujeres contra la industria cosmética, sino por vengar su propia muerte. ¡Pero si le quedan otras seis vidas!
Y ya, para rizar el rizo, deciden mezclar mitología egipcia con propiedades felinas comunes tales como la animadversión hacia los perros (la escena en la que Patience se cruza con unos perros por la calle). ¡Y no contentos con eso deciden darle una fuerza descomunal al estilo de Spiderman! ¡Pero si este gato no ha sufrido picaduras radioactivas! Un poco de coherencia, tío Dollar.
Por último, certificar el fin de la carrera de pitof. Ante el presumible éxito de esta película y su inevitable secuela, me temo se embarcará en taquillazos trufados de efectos digitales, montaje pretendidamente independiente y suntuosos movimientos de cámara que llevarán al bostezo o al alcohol. De todo el metraje, apenas puedo resaltar la escena de la muerte de la "ganadora de un Oscar" Hale Berry. Y si es cuestión de movimientos, me quedo con los de Aquiles, y no con los digitales de videojuego (atención a la SONROJANTÍSIMA escena del uno contra uno a basket) de esta...NUEVA MIERDA parida del bolsillo de nuestro tío más odiado.