No me importa si era previsible o no. He de reconocer que me ha gustado, y mucho, como el giro final de la trama ha cerrado un círculo en las enseñanzas de Jigsaw o Puzzle, como prefiráis llamarlo. Que el único que haya aprendido el valor de la vida y que el juego haya servido para algo sea el primero que nos mostró la saga, el Dr. Lawrence Gordon ha sido todo un placer. Eso junto con el desparpajo y la inmensa jeta que han tenido los guionistas para meter trampas salvajes, imaginarias y un tanto sin saber a santo de qué , es lo mejor que se puede destacar de esta última parte...por ahora, eso seguro. Ya sabemos cómo son de dados en Estados Unidos a rescatar grandes clásicos del terror. Pero vayamos por partes.
Abusando como siempre de los flashbacks, se nos muestra, y de paso nos llegan al corazoncito, como el Dr. Gordon detiene la hemorragia de su pierna mutilada por el mismo. Se nos llena la mente de recuerdos poniéndonos algo nostálgicos, porque así como las demás víctimas principales de los juegos de Jigsaw han ido apareciendo en las demás partes ( sobre todo porque recordemos que aunque hayan sido 7 partes, el tiempo apena s ha avanzado, jugando a contar los sucesos contemporáneamente sin parecerlo) el personaje de Cary Elwes había sido olvidado totalmente desde la primera. Claro, estaba muy ocupado cosiendo ojos y metiendo llaves en sitios insospechados.
Con la trampa de las sierras con el triángulo amoroso, salida de nadie sabe dónde ni elaborada por quién, además de ser un gran espectáculo para el 3D, se permiten la critica a los reality shows y a la sociedad en general que como una manada de zombis que no reaccionan ya ante nada. Un espectáculo sangriento totalmente gratuito con una caída de intestinos maravillosa y uno pechos a los que la gravedad vence solo por las circusntancias.
Los reality son también castigados con la historia de la falsa víctima, su mujer y sus ayudantes, que poco interés nos causan. Un relleno poco original de la película a excepción del pasaje dónde se nos permite ver esa reunión de víctimas de Jigsaw y nos muestra como el hijo de papá de Saw V sobrevivió a la pérdida de la mitad de su sangre en esa magnífica y repulsiva prueba que era pasar el brazo por una sierra para cortarlo en dos (y los que la habéis visto sabéis en qué dirección iba la sierra).
Por otro lado tenemos la venganza del detective Hoffman y no me refiero a la que simula contra Gibson, que sólo es una táctica de despiste . Ver el enfrentamiento final entre Hoffman y Jill Tuck (la ex de Jigsaw) si que apetece tras cómo terminó Saw 6, que pese a todo resulta un poco banal, aunque sea muy poético que Jill muera con el artefacto del que se salvó Amanda y Hoffman acabe encerrado para siempre en el mítico cuarto de baño varias veces utilizado en la saga. Y para llegar a esa venganza final, vemos una de las más imaginativas trampas conjuntas, que tiene un nivel de desmembramientos que me cuesta igualar en escala de asquerosidad a cualquiera de las otras entregas (me pregunto dónde estaban los censores). La escena de los nazis es de lo más exagerado y dantesco que he visto desde...dios, ¡no se me ocurre nada con que compararlo! Si bien he de decir que el potro de Saw 3 me sigue pareciendo la mayor tortura (la preferida de Jigsaw como el mismo reconoce).
El resto, un pin pan pum de elementos no demasiado imaginativos, la introducción de nuevos personajes que poco nos aportan y mucho borbotón disparado de sangre para alegrar ese 3D. John Kramer ata de nuevo cuerdas desde la tumba con sus mensajes y planificaciones (alguna cogida por los pelos, arrancada de cuajo y colocada dónde buenamente se ha podido). Esta cinta no es más de lo mismo, simplemente es el final. Lo echaremos de menos y los Halloween no volverán a ser igual.