Crítica de la película Prime Time por Keichi

Dentro del mundo del cine hay géneros más arriesgados que otros. Probablemente, la ciencia ficción se lleva la palma en lo que a dificultades formales se refiere. En primer lugar, por sus omnipresentes connotaciones sociales y políticas. En segundo, porque cuánto más se acerca a nuestra realidad cotidiana, más difícil resulta que el espectador se crea la historia. Es por eso que esta película parte con cierta desventaja. No cabe duda de que el director malagueño Luis Calvo se ha embarcado en una empresa tan ambiciosa como complicada, sobre todo para tratarse de una ópera prima.

La historia de una serie de personajes atrapados en un macabro Reality Show en clave de hipérbole distópica nos habla aquí sobre el desmedido poder de los Mass Media en la sociedad actual, unos medios de comunicación que no dudan en comerciar con la desgracia ajena. Esta crítica abierta al mundo de la televisión basura -algo maniquea- es bastante acertada, pero para plasmarla en imágenes se recurre a una serie de mecanismos narrativos poco adecuados. Compaginar una estructura de thriller con la estética de una emisión televisiva es tarea difícil. Dicho de otro modo, el problema del film está en la forma y no en el fondo.

Una vez en el futurista plató del concurso, nos vienen a la cabeza títulos como Battle Royale, How to get rid of the others o la claustrofóbica Cube. Auque se provee de una atmósfera propia -cristalizada en unos no demasiado inverosímiles ingenios tecnológicos de diseño- lo cierto es que Prime Time bebe de demasiadas referencias cinematográficas. Y lo hace para mal, porque a la película española las comparaciones no le sientan especialmente bien. El toque patrio lo aportan las intervenciones televisivas del presentador interpretado por Domingo Cruz, que más que acercar al espectador la angustia de los sujetos del experimento sociológico nos hace sentir vergüenza ajena.

Desarrollándose en un escenario cerrado, la película tiene que apoyarse necesariamente en sus actores. Por desgracia, la mayoría de ellos no están a la altura. No es solo que encarnen a personajes planos cuya evolución es nula: Las interpretaciones de algunos rozan el bochorno. Las actrices Leticia Dolera y Ána Alvarez son las mejores paradas. Muy por detrás quedan unos poco acertados Antonio Navarro y Alberto Amarilla, mientras que Pablo Puyol provoca la risa con los clichés de su personaje. Evidentemente, sin personajes creíbles no hay historia. Terminan de rematar la faena un par de vueltas de tuerca bastante previsibles.

Para ser justos, la película atesora no pocas virtudes. Para empezar, sabe jugar con el tiempo y no se entretiene más de lo necesario en las diferentes fases del concurso. Los guionistas saben que la historia no tiene por qué detenerse en acciones que el espectador ya conoce. De ahí el modo en que se resuelven escenas como las de las sucesivas nominaciones y ejecuciones de los participantes. Crear suspense con ellas estaría completamente fuera de lugar. El resultado es que el film mantiene nuestro interés hasta su desenlace. Teniendo en cuenta que casi todo el metraje se desarrolla en un solo escenario cerrado tiene mucho mérito.

Lo mejor de Prime Time es sin duda su valentía ideológica. Hay que reconocer a su director una voluntad férrea. Se nota que cree en la historia y su mensaje. Eso le honra, pero no ha sabido hacer que los espectadores también comulguen con lo que ven en pantalla. En todo momento nos parece estar viendo una película y no un programa de televisión. Curiosamente, la propuesta agradará seguramente al público más convencional. Quizás todo sea una secuela de la telerrealidad que nos asola cada día a través de la caja tonta y -en cierto modo- la película de Luis Calvo consiga lo que se propone. Cuando todas las historias son fingidas, nos cuesta distinguirlas de las verdaderas.