Enormes explosiones que arrasan Japón, robots gigantes y tecno-dispositivos. Para mí son las grandes obsesiones de Japón que uno puede observar viendo gran parte de su cine o, al menos, de su anime y su serie B. Todo el mundo ha oído hablar de Godzilla, Ultraman, Bioman y otras cutreseries japonesas donde uno se puede encontrar el mismo patrón: individuos gigantescos arrasan Japón. Más recientemente hemos podido disfrutar de la que, para mí, es la mejor serie de animación japonesa: Evangelion (en la que teníamos una buena mezcla de las tres obsesiones arriba citadas). Los occidentales siempre nos hemos acercado a éste tipo de series por curiosidad o para reírnos de ellas. Sin embargo, no hace falta un profundo estudio sociológico para darnos cuenta de que para los japoneses refleja algo más: refleja su enorme miedo a la BOMBA ATÓMICA (me viene a la mente ahora también Akira).
Toda la industria alrededor de éste miedo a la bomba atómica está muerta. Está claro que las nuevas generaciones japonesas han sustituido esos miedos por otros nuevos. Hacía falta una película que reflejara todo esto.
Y el responsable de hacerlo ha sido Hitoshi Matsumoto. Matsumoto, conocido cómico japonés, nos presenta un héroe en decadencia desde una perspectiva netamente cómica. El formato cómico se parece bastante al que utiliza Ben Stiller, incluyendo esos diálogos finales durante los créditos que conforman una de las mejores escenas de la película. No me interpretéis mal: Matsumoto firma alguna de las mejores escenas de humor absurdo que yo he visto, y que llevan el inconfundible sello japonés. Pero aún y todo encuentro mucho de Stiller en la película (yo encantado, soy un gran fan suyo).
Total, se trata de una película imprescindible para todo aquel que disfrute de las locas películas japonesas así como para los fans del humor absurdo. Una gozada.