La faceta de director de George
Clooney es muy similar a la que tiene como actor: el talento
justo pero mucha cabeza. En sus dos primeros trabajos (voy a obviar
lo último que hizo), Clooney supo elegir una buena base, la del
mejor guionista del momento, Charlie Kaufman para la primera; y un
tema con el que implicarse para la segunda.
Ahora vuelve al mundo de la política y
se involucra en el guión de nuevo con Gran Heslov como ya
hizo con éxito en Buenas noches y buena suerte, y para quien
ha trabajado en Los hombres que miraban fijamente a las cabras.
Parte, así mismo, de una obra de Beau Willimon, quien también
ha participado en la película.
Reúne a un solidísimo reparto, donde
interviene él mismo en un papel muy a su medida; Ryan Gosling,
el conductor de moda y uno de los grandes de su generación; Paul
Giamatti, un excelente intérprete con mucho fondo; y el gran
Philip Seymour Hoffman que, excepto con el papel de galán,
puede con lo que le den.
Con su equipo son todo decisiones
acertadas, pero probablemente también con el desarrollo del guión y
con sus decisiones como director. Se dejará aconsejar por gente muy
válida y sabrá tomar las decisiones correctas. Jamás veremos
de Clooney un derroche de talento impetuoso, pero se puede contar con
un buen trabajo. Como digo, dirige igual que actúa.