Una vez asumida y superada su condición de enfant terrible, Simon Staho parece haber abandonado ese afán de revolución que exudaban sus anteriores trabajos para centrarse en una película particularmente pausada, pero sin dejar de lado su peculiar visión de autor. En efecto, Heaven´s Heart no resulta tan provocativa como lo fueran Daisy Diamond o Bang Bang Orangutan, pero nos descubre a un director interesado en abordar de un modo diferente temáticas tan trilladas -sobre todo en el cine nórdico- como las relaciones de pareja en la vida conyugal.
Tras un revelador inicio, volvemos atrás en el tiempo. Lo que comienza como una discusión banal sobre adulterios en una cena de acomodados matrimonios de mediana edad deriva en una serie de confesiones. Estas terminarán por romper dos relaciones consolidadas y en apariencia fuertes pero que esconden en su fuero más interno una serie de miedos e inquietudes secretos. No resulta casual que sean precisamente los dos personajes inicialmente más liberales quienes sufran en sus carnes la infidelidad de sus contrapartes.
Pero no es esta la única temática de la película. La visión del matrimonio como un muro contra la soledad, la importancia del sexo en la pareja, la búsqueda de la seguridad frente a la pasión o la consecución de los deseos personales son solo algunas de las incontables facetas de ese constante tira y afloja que son las relaciones amorosas de muchas personas. Las lecturas que se extraen de los personajes son innumerables. Se nota un importante trabajo de guión por parte de Staho y su colaborador habitual Peter Asmussen.
La apuesta del film es francamente arriesgada. La película se compone exclusivamente de largos diálogos entre los integrantes de las dos parejas. La obsesión por los planos fijos, los escenarios cerrados y una omnipresente y silenciosa simetría acentúan constantemente la atención del espectador sobre lo que se está diciendo. Lo cierto es que la tan socorrida influencia de Bergman en Staho está más presente que nunca. Visto desde fuera puede parecer un tostón, pero no lo es en aboluto.
Efectivamente, resulta sorprendente que en ningún momento perdamos el hilo de los sucesos o decaiga el interés por el devenir de los sentimientos de cada protagonista. Y es que uno de los aciertos del film es su calculada ambigüedad moral. No resulta fácil posicionarse en un bando concreto y nos sentimos reconocidos constantemente en una u otra postura. No queda claro si tras las diferentes apariencias se encuentran en realidad corazones marcados por la soledad y la necesidad de cariño o simplemente los reflejos de una serie de caprichos egoístas.
Todo esto no sería posible sin unas interpretaciones de altura y eso es precisamente lo que ofrecen en mayor o menor medida Mikael Persbrandt, Lena Endre, Maria Lundqvist y Jakob Eklund. Todos ellos están magníficos y dan vida a unos personajes difíciles pero que, ante todo, resultan creíbles. Ellos solos van construyendo un clima de tensión cotidiano, casi podría decirse que intimista, en el que solo queda una salida posible. En resumidas cuentas, a través de sus conversaciones asistimos a una inteligente deconstrucción del amor y el matrimonio mediante el análisis de la ruptura de dos parejas y su posterior -aunque algo forzada- reconciliación.
El nuevo trabajo de Simon Staho resulta francamente convincente. Las pretensiones reflexivas de su película sobrepasan el elemento dramático y consiguen eludir el aburrimiento o la pretenciosidad para hablar de cosas comunes pero complejas. Es un proyecto ambicioso llevado a buen puerto, aunque su mensaje final no sea ningún descubrimiento. El cielo del corazón es un lugar traicionero en el que la palabra amor no siempre significa felicidad.