Ridley Scott es un esteta, un delineante, un perfectísimo creador de postales, un prodigio de gusto. Pero hace tiempo que empezó a descuidar la narración, el "qué", la historia, aquello que después de todo debería guiar sus películas: no tanto la trama, su desarrollo y su desenalce como el fondo, todo aquello que puede leerse entre líneas.
El mayor de los Scott (el otro es un gacetillero de tres al cuarto experto en provocar dolores de cabeza) tuvo la fortuna de contar, hace ya un tiempo, con un guión mayúsculo, superior, que a la larga dio en llamarse Blade runner. Aquella profundidad de miras, unida al prodigio visual de Scott, dieron como resultado una incontestable obra maestra. Algo similar ocurrió con Alien, el octavo pasajero. El libreto marcaba perfectamente cada muerte, cada paso de baile. Y Scott supo aplicarle un plus que ningún otro hubiese podido: la atmósfera, cerrada, viciada, enferma.
Desde entonces, ésta es la cantinela popular, Scott no ha sido capaz de volver a hacer una película como aquellas, blablablá. Pero es que es verdad. Tiene dos o tres títulos realmente interesantes por el camino, pero aquel nivel quedó lejos. Y ahora, que anda más perdido que nunca (con permiso de la insoportable Teniente O'Neill), Scott reaparece con un film de gángster a la usanza setentera, que más de uno ya ha aplaudido con sorprendente entusiasmo.
Sorprendente... o no tanto. Que la película va a estar bien no es un secreto. Lo tiene todo a favor. Un género que se presta, dos buenos actores al frente del reparto, el talentazo visual del director... Todo muy interesante. Pero también es éste un género que, cuando resulta una buena película, hace que sus fans se lancen al aplauso con una facilidad cuando menos poco fiable.
Yo, en cambio, espero una película sólida, con un ritmo implacable, demasiado inclinada a la mimetización de aquel estilo que tanto se estilaba en los 70, no sólo en el trabajo de caracterización y ambientación (lo cual es lógico) sino en el enfoque de cada plano, de cada secuencia, en a luz, en la planificación.
Al final, una película de gángsters como ya hemos visto muchas, sólo que con dos muy buenas interpretaciones y un trabajo estético que hace que pagar la entrada para verla en pantalla grande merezca sobradamente la pena.
Pero, nada más. Léase entre comillas. "Nada más". Nada diferente, complejo, sorprendente. Como aquel blade runner o aquel alien... Ay, qué odiosas son las comparaciones.