Borat es una obra realmente seria y profundamente bien estudiada. Borat está lejos de ser una improvisación o una astracanada menor sin mayores pretensiones. Lo que no sabría decir es si Borat es una película.
Su primer problema es que, pese a ser seria, profunda, bien estudiada y no improvisada... no tiene guión. Es el aspecto más destacable de la cinta, y el que la hace más original e impactante. Las escenas muestran a Borat, interactuando con personajes cotidianos de la américa profunda, que no son actores profesionales ni tienen un papel estudiado. Supongo que esto lo sitúa más cerca del género documental que del cinematográfico.
Si entendemos Borat como un documental de estos que entrevistan a americanos profundos sobre temas candentes (Iraq, etc.) entonces podríamos pensar que nos encontramos ante un nuevo Michael Moore. Sin embargo esto tampoco es así. La forma en la que Sacha Baron Cohen nos hace éste retrato constumbrista de Norte América está desprovisto de todo argumento o tesis. Así como con Michael Moore la tesis es clara: Bush es el diablo, con Sacha es difícil saber muy bien qué pensar, totalmente sobrepasados por la tormenta de personajes que han pasado por nuestras retinas.
Aconsejo su visionado en versión original. El impacto es todavía más directo que viéndolo doblado.
Muy satisfactoria. A partir de ahora seguiré más de cerca al tal Sacha éste.