Yo debo ser ese melómano cultureta al que hacía referencia Hypnos, ese tipo rarito que quizás disfrute con la adaptación de Kenneth Branagh de la broma musical trazada por Mozart. Lo seré, digo yo, porque por despiste me tragué recientemente el trailer de la película (tampoco pasa nada, conozco la historia, poco relevante; conozco la música, ¡algunas partes casi de memoria!) y me entusiasmé al ver que elegía precisamente el duettino de Papageno y Papagena como primer reclamo musical, junto con la inevitable aria de la Reina de la Noche. Pa...pa...pa, paaa... pa...pa...pa,paaa... Sólo un genio puede faltar el respeto a todo el mundo de esa manera tan deliciosa.
Ahora, cuidado, que incluso un tipo raromelómanocultereta como yo le pone peros al asunto. Y es que he podido intuir que Branagh hace algún tipo de extraña adaptación, con soldaditos de comienzos del XX en vete tú a saber qué guerra (¿la Primera, la Segunda?)... ¿para qué? El argumento de La flauta mágica es, de tan demencial, inexistente. Es una sucesión de locuras, una excusa siempre. No entiendo a dónde quiere ir Branagh. Entiendo que quizás piense que necesita contar algo, que está haciendo una película... pero si su preocupación era esa, coño, que no haga La flauta mágica.
De momento confío. Porque Branagh suele ser un tipo mínimamente interesante y espabilado, pero sobre todo porque sé que la música de Mozart va a estar ahí. Y eso no falla.