Fernando Trueba no para (El baile de la victoria o Chico & Rita), en silencio, en modo diesel, pero no para. Con un trabajo constante por y para el cine da vueltas y vueltas en búsqueda de sus historias, las que le apetece contar, proyectos distintos, historias poco estereotipadas, narraciones con personalidad propia que generalmente aportan fuerza aunque a veces cometa, no errores, sino bajones de intensidad.
La Guerra Civil aparece con ambiente protagonista de unos minutos de película entorno a un artista y su modelo. Francia, con Jean Rochefort como representante, actor bueno, de los de antes y no solo por la edad (No se lo digas a nadie, El hombre del tren o El marido de la peluquera), enfrentado en choque contra Aida Folch (Mentiras y Gordas y la recomendable 25 kilates), una joya perdida de la corona del cine español, una chica que se va a desnudar con sentido común y por exigencias del guión, y que posee la fotogenia y el talento que se debe de tener. Pasen y vean.
La lucha por el Óscar de la 85 edición va a eclipsar el visionado tranquilo de una película tranquila, con ritmo de cine bueno, con toques de historia rica y escenas que se alejan de la taquilla para aunar fuerzas con un cine más contemplativo y de espectador exigente. Producciones así tienen el aliciente de quererse ver y no tanto el tenerse que ver. El artista y la modelo tiene pinta de cuadro por acabar que tiene sus últimas pinceladas con el espectador. Una vieja comunicación que normalmente Trueba conoce.