Ahora que se ha acabado la saga de
Harry Potter y, lo que es más importante, el dinero que reportaba,
hay que cubrir el hueco en taquilla. Para eso tenemos una nueva saga
literaria, aunque en este caso es únicamente una trilogía. Los
juegos del hambre, de la escritora Suzanne Collins, nos sitúa
en un futuro apocalíptico con un importante juego en unas condiciones que nos hace
recordar inevitablemente a obras anteriores como Perseguido o Battle Royale. No hay problema, también la saga de J. K.
Rowling era un refrito de influencias del género, y no estaba nada
mal. Parece que Collins ha conseguido una historia que sin ser
redonda, es resultona y perfecta para la chavalería, pudiendo ser
disfrutada también por los mayores con la necesaria permisividad
previa ante algunos desarrollos algo trillados.
Lógicamente, se ha llevado al cine y
se ha estrenado este fin de semana con una primer impacto de taquilla
superado sólo por, precisamente, la última película de Harry Potter
y El caballero oscuro. Vamos, que ya es un taquillazo y todo apunta
a que entrará en la lista de los mayores éxitos de la historia. La
secuela ya está preparada.
Dirige y adapta Gary Ross, quien
como director tiene una pobre filmografía: Pleasantville y
Seabiscuit, y como guionista, lo mejor que podemos decir es
que participó en la simpática Big. Así que lo mejor que
podemos esperar es que adapte el material con cierto sentido común y
que en la realización no moleste demasiado a los creativos de los
efectos especiales, coreógrafos, y demás profesionales de la épica fantástica. También cuenta con dos buenos profesionales: El exquisito James Newton Howard a los mandos de la banda sonora, y Tom Stern en la fotografía (habitual de Eastwood).
En el reparto, mucho rostro joven, como
manda el argumento, pero también tenemos a Stanley Tucci,
aportando algo de calidad y ese Wes Bentley que la descubrirlo
en American Beauty parecía ser una gran promesa, pero hace ya
demasiado tiempo de eso.
No tendrá la calidad de la saga Potter
porque trabaja con un material peor y el equipo asociado a la
película es menos interesante, pero seguramente será un producto bastante
más disfrutable que los vampiros ñoños de Stephenie Meyers. Para
pasar un buen rato bien surtido de palomitas y refresco. El
taquillazo del año, al menos hasta que llegue el murciélago.